La Divina Comedia

A la mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto. ¡Ah! ¡Cuan penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor! Era tan triste que la muerte no lo es tanto. Pero para hablar del bien que alli encontré, revelaré las demás cosas que he visto... (del Canto primero del infierno). Manuel Aranda y Sanjuan (1845-1900) ha sido un prolífico traductor de obras técnicas, pero también literarias. Entre estas últimas se cuentan Orlando furioso, de Lodovico Ariosto, y La comedia humana, de Honoré de Balzac. Su traducción en prosa de la Divina Comedia de Dante ha sido durante decenios "la traducción" por antonomasia en lengua española.

By : Dante Alighieri (1265 - 1321), translated by Manuel Aranda y Sanjuan (1845 - 1900)

001 - Canto primero del infierno



002 - Canto segundo del infierno



003 - Canto tercero del infierno



004 - Canto cuarto del infierno



005 - Canto quinto del infierno



006 - Canto sexto del infierno



007 - Canto séptimo del infierno



008 - Canto octavo del infierno



009 - Canto noveno del infierno



010 - Canto décimo del infierno



011 - Canto undécimo del infierno



012 - Canto duodécimo del infierno



013 - Canto décimo tercero del infierno



014 - Canto décimo cuarto del infierno



015 - Canto décimo quinto del infierno



016 - Canto décimo sexto del infierno



017 - Canto décimo séptimo del infierno



018 - Canto décimo octavo del infierno



019 - Canto décimo noveno del infierno



020 - Canto vigésimo del infierno



021 - Canto vigésimo primero del infierno



022 - Canto vigésimo segundo del infierno



023 - Canto vigésimo tercero del infierno



024 - Canto vigésimo cuarto del infierno



025 - Canto vigésimo quinto del infierno



026 - Canto vigésimo sexto del infierno



027 - Canto vigésimo séptimo del infierno



028 - Canto vigésimo octavo del infierno



029 - Canto vigésimo noveno del infierno



030 - Canto trigésimo del infierno



031 - Canto trigésimo primero del infierno



032 - Canto trigésimo segundo del infierno



033 - Canto trigésimo tercero del infierno



034 - Canto trigésimo cuarto del infierno



035 - Canto primero del purgatorio



036 - Canto segundo del purgatorio



037 - Canto tercero del purgatorio



038 - Canto cuarto del purgatorio



039 - Canto quinto del purgatorio



040 - Canto sexto del purgatorio



041 - Canto séptimo del purgatorio



042 - Canto octavo del purgatorio



043 - Canto noveno del purgatorio



044 - Canto décimo del purgatorio



045 - Canto undécimo del purgatorio



046 - Canto duodécimo del purgatorio



047 - Canto décimo tercero del purgatorio



048 - Canto décimo cuarto del purgatorio



049 - Canto décimo quinto del purgatorio



050 - Canto décimo sexto del purgatorio



051 - Canto décimo séptimo del purgatorio



052 - Canto décimo octavo del purgatorio



053 - Canto décimo noveno del purgatorio



054 - Canto vigésimo del purgatorio



055 - Canto vigésimo primero del purgatorio



056 - Canto vigésimo segundo del purgatorio



057 - Canto vigésimo tercero del purgatorio



058 - Canto vigésimo cuarto del purgatorio



059 - Canto vigésimo quinto del purgatorio



060 - Canto vigésimo sexto del purgatorio



061 - Canto vigésimo séptimo del purgatorio



062 - Canto vigésimo octavo del purgatorio



063 - Canto vigésimo noveno del purgatorio



064 - Canto trigésimo del purgatorio



065 - Canto trigésimo primero del purgatorio



066 - Canto trigésimo segundo del purgatorio



067 - Canto trigésimo tercero del purgatorio



068 - Canto primero del paraíso



069 - Canto segundo del paraíso



070 - Canto tercero del paraíso



071 - Canto cuarto del paraíso



072 - Canto quinto del paraíso



073 - Canto sexto del paraíso



074 - Canto séptimo del paraíso



075 - Canto octavo del paraíso



076 - Canto noveno del paraíso



077 - Canto décimo del paraíso



078 - Canto undécimo del paraíso



079 - Canto duodécimo del paraíso



080 - Canto décimo tercero del paraíso



081 - Canto décimo cuarto del paraíso



082 - Canto décimo quinto del paraíso



083 - Canto décimo sexto del paraíso



084 - Canto décimo séptimo del paraíso



085 - Canto décimo octavo del paraíso



086 - Canto décimo noveno del paraíso



087 - Canto vigésimo del paraíso



088 - Canto vigésimo primero del paraíso



089 - Canto vigésimo segundo del paraíso



090 - Canto vigésimo tercero del paraíso



091 - Canto vigésimo cuarto del paraíso



092 - Canto vigésimo quinto del paraíso



093 - Canto vigésimo sexto del paraíso



094 - Canto vigésimo séptimo del paraíso



095 - Canto vigésimo noveno del paraíso



096 - Canto vigésimo octavo del paraíso



097 - Canto trigésimo del paraíso



098 - Canto trigésimo primero del paraíso



099 - Canto trigésimo segundo del paraíso



100 - Canto trigésimo tercero del paraíso


Cada una de sus partes, o cánticas (Infierno, Purgatorio y Paraíso), está dividida en cantos, cada parte consta de treinta y tres cantos, más el canto introductorio suman 100 cantos en total. Cada canto fue compuesto por estrofas de tres versos endecasílabos o terza rima, que se dice él mismo inventó (tercetos).

El poema se ordena en función del simbolismo del número tres, que evoca la Santísima Trinidad (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), el equilibrio y la estabilidad, y el triángulo, las tres proposiciones que componen el silogismo, se sumaba al cuatro, que representaba los cuatro elementos: Tierra, aire, fuego y agua, dando como resultado el número siete, como siete son los pecados capitales. Finalmente, el Infierno está dividido en nueve círculos, el Purgatorio en siete y el Paraíso queda formado por nueve esferas que giran como los planetas en torno al sol.

Toda la obra está llena de símbolos que remiten al conocimiento y al pensamiento medievales; religión, astronomía, filosofía, matemáticas, óptica, etc; encarnan en personajes, lugares y acciones.

El poema cuenta con tres personajes principales: Dante, que personifica a la humanidad, representa la tentación del pecado, Beatriz, que personifica la Fe y llevará a Dante a cada una de las esferas del paraíso, hasta el Empíreo, espacio inmóvil, donde contemplará la Rosa mística formada por Dios y sus elegidos. Y Virgilio, que hace otro tanto con la razón.

El paraíso representa el saber y la ciencia divina. El Infierno representa al ser humano frente a sus pecados y sus funestas consecuencias. El Purgatorio, la lenta purificación de sus culpas hasta la liberación. En esta obra el autor nos narra con extraordinario realismo un maravilloso viaje durante el que se encuentra con las almas de grandes y terribles personajes de la historia; es un canto a la humanidad que sólo en la fe en Dios encontrará su felicidad.

La estrofa por su parte está compuesta por tres versos, y cada una de las cánticas cuenta con treinta y tres cantos, más el canto introductorio, de manera que la obra completa se compone de cien cantos. Se usa un tipo de rima original, la "terza rima"

Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura,
ché la diritta via era smarrita.
Ahí quanto a dir qual era è cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte
che nel pensier rinova la paura!
Dante también utiliza el número diez tanto como cabalístico que como número pitagórico, que vemos en los cien cantos de la comedia, compuestos por los treinta y tres de cada reino, más el de introducción. También se puede apreciar la importancia decimal en los diez niveles del infierno, que son nueve círculos más el anteinfierno, donde se encuentran los ignavi, es decir, los indiferentes.

La estructura matemática de la Divina comedia, por otra parte, es mucho más compleja de lo que aquí se esboza. El poema puede leerse según los cuatro significados que se atribuyen a los textos sagrados: literal, moral, alegórico y anagógico. En este poema, Dante hace gala además de un gran poder de síntesis que es característico de los grandes poetas.

La estructura también afecta a los registros lingüísticos: en el infierno se utiliza un lenguaje vulgar, el texto del "Purgatorio" está lleno de citas bíblicas y el del "Paraíso", de himnos y cantos litúrgicos.

Antes de emprender el viaje hacia los tres mundos, Dante despierta en una selva oscura sin saber por qué llegó ahí. Cuando hablamos de selva oscura nos referimos a algo malo, a lo contrario a Dios, esa selva era oscura, era mala. En esa selva se describe un paisaje inicial en el cual vemos el sol, las estrellas, la playa y la colina. El sol en representación de la divinidad, de Dios, la colina es el camino que debe subir para llegar a Dios, Dante no puede llegar a esa luz porque en el camino se encuentra con 3 fieras que son obstáculos para él. Cada fiera representa un pecado... Ahí se encuentra con Virgilio y después de una conversación con este, comienza su viaje.

Infierno

La primera parte describe cómo Dante se halla perdido en un bosque oscuro en su mediana edad y entra en una cueva al pie del monte Sion, cerca de Jerusalén. Tres animales alegóricos le salen al paso: una pantera, una loba y un león. Estos animales representan los pecados que pueden atacar a Dante. La pantera representa la lujuria y la ciudad de Florencia que lo ha exiliado. La loba es, según los comentaristas, el pecado de la codicia, y más allá de esto el poder temporal del Papa en Roma. El león representa la soberbia, y el poder de Francia, que pretendía dominar Italia. Después se narra el descenso del autor al Infierno, acompañado por el poeta latino Virgilio, autor de la Eneida, a quien Dante admiraba, y que en la Edad Media tenía una curiosa fama de mago. Acompañado por su maestro y guía, desciende al Infierno, que tiene forma de cono con la punta hacia abajo y los nueve círculos que poseía, en los que los condenados son sometidos a castigo, según la gravedad de los pecados cometidos en vida. En las puertas se advierte: "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate / Quien entre aquí, abandone toda esperanza". Después pasan al círculo del limbo, donde se encuentran las almas inocentes de los que obraron bien, pero desconocieron el mensaje de Jesucristo porque nacieron antes que él. Esas almas no sufren, pero no pueden participar del Paraíso. Allí se encuentra a un grupo de cinco grandes poetas, entre los cuales es aceptado como el sexto.

Dante encuentra en el Infierno a muchos personajes antiguos, pero también de su época (muchos de ellos enemigos de Dante o que colaboraron en su destierro) y cada uno de ellos narra su historia brevemente a cambio de que Dante prometa mantener vivo su recuerdo en el mundo; cada castigo se ajusta a la naturaleza de su falta (contrapasso) y se repite eternamente. Jorge Luis Borges​ cita como los mejores pasajes la historia de Paolo y Francesca, amantes adúlteros que se conocieron al leer en el libro de Lanzarote, los amores de la reina Ginebra y esta persona, que fue motivo de inspiración y homenaje por poetas románticos y contemporáneos, así como la historia del conde Ugolino da Pisa, que se comió a sus propios hijos, y del último viaje de Ulises. Son también impresionantes el tránsito por el bosque de los suicidas, la travesía del desierto donde llueve el fuego, donde Dante se encuentra a su maestro Brunetto Latini, y la llanura de hielo de los traidores, estos últimos, considerados los peores pecadores entre todos. En el último círculo "judesco", Dante describe a Lucifer. Él lo describe como un demonio de tres cabezas y dentro de la boca de la principal se hallaba Judas, al cual mordía con sus filosos colmillos como un juguete, mientras este gritaba de dolor.

Purgatorio

En esta segunda parte, Dante y Virgilio atraviesan el Purgatorio, una montaña de cumbre plana y laderas escalonadas y redondas, simétricamente al Infierno. En cada escalón se redime un pecado, pero los que lo redimen están contentos porque poseen esperanza. Dante se va purificando de sus pecados en cada nivel porque un ángel en cada uno le va borrando una letra de una escritura que le han puesto encima. Allí encuentra a famosos poetas, entre ellos a Publio Papinio Estacio, autor de la Tebaida.

Esta parte comienza propiamente con la salida del Infierno a través de la natural burella. Dante y Virgilio llegan así al hemisferio sur terrestre (que se creía por completo bajo las aguas), donde en medio de ellas se halla la montaña del Purgatorio, creada con la tierra utilizada para crear el abismo del Infierno, cuando Lucifer fue expulsado del Paraíso tras rebelarse contra Dios. Tras salir del túnel llegan a una playa, donde encuentran a Catón el Joven, que se desempeña como guardián del Purgatorio. Teniendo que emprender el ascenso de la empinada montaña, que resulta imposible escalar, es tan empinada que Dante tiene que preguntar a algunas almas cuál es el pasaje más cercano; pertenecen al grupo de los negligentes, los muertos en estado de excomunión, que viven en el Ante-purgatorio. Un personaje notable de este lugar es Manfredo de Sicilia. Junto a los que por pereza tardaron en arrepentirse, los muertos violentamente y a los principios negligentes, de hecho, esperan el tiempo de purificación necesario para poder acceder al Purgatorio propiamente dicho. En la entrada del valle donde se encuentran los principios negligentes, Dante, siguiendo las indicaciones de Virgilio, pide indicaciones a un alma que resulta ser el guardián del valle, un compatriota de Virgilio, Sordello, que será su guía hasta la puerta del Purgatorio.

Tras llegar al final del Antepurgatorio, tras un valle florecido, los dos cruzan la puerta del Purgatorio, que custodia un ángel con una espada de fuego, que parece tener vida propia. Está precedido por tres jardines, el primero de mármol blanco, el segundo de una piedra oscura y el tercero y último de pórfido rojo. El ángel, sentado en el solio de diamante y apoyando los pies en el escalón rojo, marca siete "p" en la frente de Dante y abre la puerta con dos llaves, una de plata y otra de oro, que San Pedro le dio, y los dos poetas se adentran en el segundo reino.

El Purgatorio se divide en siete cornisas, donde las almas expían sus pecados para purificarse antes de entrar al Paraíso. Al contrario del Infierno, donde los pecados se agravan a medida que se avanza en los círculos, en el Purgatorio la base de la montaña, es decir la cornisa I, alberga a quienes padecen las culpas más graves, mientras que en la cumbre, cerca del Edén, se encuentran los pecadores menos culpables. Las almas no son castigadas para siempre, ni por una sola culpa, como en el primer reino, pero expían una pena equivalente a los pecados durante la vida.

En la primera cornisa, Dante y Virgilio encuentran a los orgullosos, en la segunda a los envidiosos, en la tercera a los iracundos, en la cuarta a los perezosos, en la quinta a los avaros y a los pródigos. En esta encuentran el alma de Cecilio Estacio tras un terremoto (que se produce cada vez que se libera un alma) y un canto Gloria in excelsis Deo. En vida este personaje fue en exceso pródigo. Tras años de expiación siente el deseo de guiarlos hasta la cumbre, a través de la sexta cornisa, donde expían sus culpas los golosos, que lucen delgadísimos, y la séptima, donde se encuentran los lujuriosos, envueltos en llamas. Dante recuerda que Estacio se convirtió gracias a Virgilio y a sus obras, en particular la Eneida y las Bucólicas, que le mostraron la importancia de la fe cristiana y el error de su vicio. En ese sentido, Virgilio lo iluminó permaneciendo él en la oscuridad. Virgilio fue un profeta sin saberlo, pues llevó a Estacio a la fe pero él, pudiendo tan solo entreverla, no pudo salvarse, y deberá habitar hasta la eternidad en el Limbo. Es en esta repisa de los lujuriosos donde se encuentra el Alighieri a sus amigos poetas de lo que él mismo bautiza como dolce stil novo ("Purgatorio", canto XXIV, v. 57). En la séptima cornisa, los tres tienen que atravesar un muro de fuego, tras la cual hay una escalera, por la que se entra al Paraíso terrestre. Dante se muestra asustado y es confortado por Virgilio. Allí, donde vivieron Adán y Eva prima del pecado, Virgilio y Dante tienen que despedirse, porque el poeta latino no es digno de conducirlo en el Paraíso. Pero Beatriz sí.

Aquí Dante se encuentra con Santa Matilde, la personificación de la felicidad perfecta, precedente al pecado original, que le muestra los dos ríos, Lete, que hace olvidar los pecados, y Eunoe, que devuelve la memoria del bien realizado, y se ofrece a reunirlo con Beatriz, que pronto llegará. Beatriz le llama severamente la atención a Dante y después le propone verla sin el velo. El poeta, por su parte, busca a su maestro Virgilio, que ya no se encuentra con él. Tras beber las aguas del Lete y del Eunoe, que hacen olvidar las cosas malas y recordar las buenas, el poeta sigue a Beatriz hacia el tercer y último reino, el del Paraíso.

Paraíso

Libre de todo pecado, Dante puede ascender al Paraíso, lo que hace junto a Beatriz en condiciones que desafían las leyes físicas, encadenando milagros, lo cual es más bien natural dado el lugar en el cual se desarrolla el poema. Dentro del recorrido será de hecho de gran importancia que el nombre de Beatriz signifique "dadora de felicidad" y "beatificadora", pues en esta sección de la Comedia ella releva a Virgilio en la función de guía. En efecto, a través de este personaje, el autor expresa en los treinta y tres cantos de la sección varios razonamientos teológicos y filosóficos de gran sutileza.

Sin embargo, el poeta expresa desde un principio la gran dificultad que significa transmitir el recorrido emocional y físico de trashumanar, es decir ir más allá de las condiciones de la vida terrenal. Sin embargo, confía en el apoyo del Espíritu Santo (el buen Apolo) y en el hecho de que pese a sus falencias, su esfuerzo descriptivo será emulado y continuado por otros (canto I, 34). En la introducción del canto II, el autor reitera que para entender las alegorías de la obra es indispensable tener de antemano muy amplios conocimientos en las materias que se van a tratar (II, 1-15).

El Paraíso está compuesto por nueve círculos concéntricos correspondientes a los nueve órdenes angélicos de la Jerarquía celestial / Περὶ τῆς οὐρανίου ἱεραρχίας, obra compuesta por el Pseudo Dionisio Areopagita (ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominaciones, tronos, querubines y serafines), en cuyo centro se encuentra la Tierra. En cada uno de estos cielos, en donde se encuentra cada uno de los planetas, se encuentran los beatos, más cercanos a Dios en función de su grado de beatitud. Pero las almas del Paraíso no están mejor unas que otras, y ninguna desea encontrarse en mejores condiciones que las que le corresponden, pues la caridad no permite desear más que lo que se tiene (II, 70-87). De hecho, a cada alma al nacer Dios le dio cierta cantidad de gracia según criterios insondables, en función de los cuales gozan aquellas de los diferentes grados de beatitud. Antes de llegar al primer cielo el poeta y Beatriz atraviesan la Esfera de fuego.

En el primer cielo, que es el de la Luna, se encuentran quienes no cumplieron con sus promesas (Angeli), como la madre de Federico II, Constanza I de Sicilia. En el segundo, el de Mercurio, residen quienes hicieron el bien para obtener gloria y fama, pero no dirigiéndose al bien divino (Arcangeli). En el tercero, de Venus, se encuentran las almas de los "espíritus amantes" (Principati). En el cuarto, del Sol, los "espíritus sabios" (Potestà). En el quinto, de Marte, los "espíritus militantes" de los combatientes por la fe (Virtù). En el sexto, de Júpiter, los "espíritus gobernantes justos" (Dominazioni).

En el séptimo cielo, de Saturno, de los "espíritus contemplativos" (Troni), Beatriz deja de sonreír, como lo había hecho hasta entonces. Desde ese punto en adelante su sonrisa desaparece, pues por la cercanía de Dios su luminosidad resultaría imposible de contemplar. En este último cielo residen los "espíritus contemplativos". Desde allí Beatriz eleva a Dante hasta el cielo de las estrellas fijas, donde no están más repartidos los beatos, sino las "almas triunfantes", que cantan en honor a Cristo y María, a quien Dante alcanza a ver. Desde ese cielo, además, el poeta observa el mundo debajo de sí, los siete planetas, sus movimientos, y la Tierra, muy pequeña e insignificante en comparación con la grandeza de Dios (Cherubini). Antes de continuar Dante debe sostener una especie de "examen" de las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, por parte de tres profesores particulares: San Pedro, Santiago y San Juan. Por lo tanto, después de un último vistazo al planeta, Dante y Beatriz ascendieron al cielo, el Primo Mobile o Cristallino, el cielo más externo, origen del movimiento y del tiempo universal (Serafini).

En este lugar, tras levantar la mirada, Dante ve un punto muy luminoso, rodeado por nueve círculos de fuego, girando alrededor de ella; el punto, explica Beatriz, es Dios, y a su alrededor se mueven los nueve coros angelicales, divididos por cantidad de virtud. Superado el último cielo, los dos ascienden a el Empíreo, donde se encuentra la "rosa de los beatos", una estructura en forma de anfiteatro, en el cual, sobre la grada más alta está la Virgen María. Aquí, en la inmensa multitud de los beatos, están los más grandes de los santos y las figuras más importantes de la Biblia, como San Agustín, San Benito de Nursia, San Francisco, y también Eva, Raquel, Sara y Rebeca. Cada alma es un pétalo de esa rosa.

Desde aquí Dante observa finalmente la luz de Dios, gracias a la intervención de María a la cual San Bernardo (guía de Dante de la última parte del viaje) había pedido ayuda para que Dante pudiese ver a Dios y sostener la visión de lo divino, penetrándola con la mirada hasta que se une con Él, y viendo así la perfecta unión de toda la realidad, la explicación de toda la grandeza. En el punto más central de esa gran luz Dante ve tres círculos, las tres personas de la Trinidad, el segundo del cual tiene imagen humana, signo de la naturaleza humana, y divina al mismo tiempo, de Cristo. Cuando trata de penetrar aún más el misterio su intelecto flaquea, pero en un excessus mentis su alma es tomada por la iluminación, la armonía que se da la visión de Dios, en el canto XXXIII (145), del amor que mueve el sol y las otras estrellas (L'amor che move el sole e l'altre stelle). Por la grandiosa luz del último cielo, Dante queda ofuscado, concluyendo así la Divina Comedia.

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